Fundación Ansara

A partir de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, surge la doctrina de la Protección Integral que se constituye en el marco ético de las políticas, planes, programas, acciones y decisiones que se tomen sobre la niñez y la adolescencia. Tiene implícito un concepto de justicia material, social y efectiva necesaria para la realización cotidiana de niños y adolescentes, como ciudadanos en pleno desarrollo de su potencial y en ejercicio de sus derechos, la protección integral está referida, entonces, a la garantía efectiva de los derechos y a un sistema de relaciones sociales, culturales, familiares y políticas orientadas a proveer el desarrollo armónico e integral del niño. Exige la participación de los múltiples autores sociales que interactúan como sistemas o como redes de bienestar familiar locales, regionales  y nacionales.

Desde la protección integral y los derechos de la infancia se ha desarrollado una nueva concepción de niñez y adolescencia. Esta concepción determina que los niños y los adolescentes, en su condición de seres humanos, son titulares de derechos fundamentales, económicos, sociales y culturales; sobre los cuales se reconoce que debe hacerse una consideración especial en cada una de las etapas del desarrollo de la persona: primera infancia, infancia y adolescencia.

Los niños y adolescentes, como sujetos sociales, éticos y jurídicos en sí mismos, no son simplemente extensiones de sus padres o del estado, cuando aquellos faltan. Los padres, tutores, maestros o autoridades del estado deben reconocerlos como personas, sujetos de derechos, y su relación con ellos debe sustentarse en dos principios trascendentes: el interés superior y la prevalencia de derechos.

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